MEDIACIÓN Y COACHING MUCHO MÁS QUE UN COMPLEMENTO

MEDIACIÓN Y COACHING MUCHO MÁS QUE UN COMPLEMENTO

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Agosto debes ser uno de los meses en los que más leemos algunos. Además como este año hemos elegido unas vacaciones más bien relajadas, no paraba de imaginarme, cuando las organizábamos, la escena de tener un buen libro, una revista interesante, un sugestivo artículo en mis manos a la luz del sol.
Así que he conseguido que uno de esos sugestivos artículos para leer en este mes de Agosto esté publicado en mi blog de coaching y también en mi pagina web de mediación.
A la autora la conocí hace poco.  Tenemos muchas cosas en común. Y cuando la invité a escribir para mi blog, no sospechaba que su artículo nos aproximara aún más.

Ella es MYRIAM DE LA CÁMARA ROMERO


Experta en Coaching Ejecutivo por la Universidad de Deusto y Ashridge Business School.
Certificada como Coach Ejecutivo por AECOP y responsable de su Grupo de Trabajo y Ciencia en la territorial de Madrid.
Analista de Conflictos y Mediadora relacional y organizacional.
Vicepresidenta de la Asociación de Mediación PACTUM.
Dirige el proyecto COACHING PARA MUJERES
Ha ejercido como abogada durante 25 años y en la actualidad desarrolla en exclusiva su vocación como coach, analista y gestora de conflictos.
Ella ha escrito sobre un tema sobre el que hablo a menudo últimamente. Así que su aportación me da nuevas perspectivas, pero prefiero dejaros ya con la LECTURA de su interesante artículo que reproduzco a continuación:

Tuve la suerte de que uno de mis profesores en mediación fuera D. Ramón Alzate, que el primer día de clase nos planteó dos acercamientos diferentes a la mediación, nos habló del más allá y el más acá de la mediación. Las cuestiones, según recuerdo, fueron las siguientes, si llega alguien a vuestro despacho con un problema o dificultad y la otra parte no quiere mediar ¿qué hacéis? ¿le dejáis solo? Y si en lugar de dos, tenemos un grupo numeroso de personas en los que se da el conflicto ¿Cómo lo afrontareis?
Esta propuesta en el entorno formativo del Colegio de Abogados era bastante provocadora, los abogados, por regla general, nos sentimos cómodos en procesos reglados y formales, la Ley 5/2012 nos daba ese entorno seguro y la invitación a ir más allá de las estructuras prevenidas en la regulación, fue sorprendente.
Pero el planteamiento fue estimulante, me dio la confianza para ahondar en algo que intuía, porque tuve la suerte de iniciar mi formación en mediación contando con conocimientos previos de Comunicación NoViolenta (CnV) y simultanearla con el estudio de coaching ejecutivo. Los métodos para gestionar los conflictos y los métodos de acompañamiento de los procesos de coaching son complementarios, ampliando el espectro de las intervenciones profesionales que podemos llevar a cabo con efectividad.
De esa manera, supe que podría acoger ese más acá de la mediación, cuando sólo una de las partes estaba dispuesta a trabajar el conflicto, acompañarla en la gestión de su realidad para ayudarle a alumbrar estrategias que dependieran de sí misma.
A la vez, los procesos y técnicas que se aplican en la mediación comunitaria son útiles para trabajar en organizaciones que están pasando por momentos difíciles, realizar mapas de conflicto, identificar líderes reales, gestionar dinámicas de comunicación efectiva…ampliando y obteniendo una visión realista de lo que se puede llevar a cabo con las herramientas del coaching organizativo y de equipos en contextos de conflictividad. Estamos en el más allá de la mediación.
Pero donde sentía que existía una mayor conexión, era en la relación de confianza en la que se fundamentan tanto la mediación como el coaching.
Es la confianza que genera el mediador, sesión a sesión, en sí mismo y en el proceso, la que posibilita la gestión eficiente del conflicto.
Y, como la mediación, el proceso de coaching es un proceso relacional, basado en la confianza, la honestidad y en el compromiso personal que asume tanto el profesional como el cliente a través del contrato de coaching.
El paralelismo fundante no puede ser mayor, no se dará un proceso eficiente de mediación ni uno de coaching, si la relación de confianza no se construye en cada sesión. Y al construir esa relación, pasamos a formar parte del sistema, de sistemas que, en ese momento, están vibrando con emociones y sentimientos dolorosos que acogemos y en los que nuestra mejor acción es cuidar de nuestro equilibrio, para poder desplegar nuestros conocimientos facilitadores de los procesos.
¿Podemos cuidar de nuestro equilibrio y bienestar, a la vez que establecemos y fortalecemos relaciones en contextos de alta emocionalidad dolorosa?
Al conectarnos emocionalmente “sentimos” lo que siente el otro para responder con la emocionalidad adecuada. También, resonarán en nosotros, como propios, algunos sentimientos y emociones derivados de nuestra propia biografía. Sin olvidar que, muchas veces, estaremos luchando para mantenernos imparciales cuando existan partes con la que nos resulta difícil conectar. Mucho desgaste y tensión emocional
En este sentido se ha desarrollado el término “ecpatía” (González de Rivera, 2014) como la capacidad de controlar la reacción empática mediante la exclusión activa de los sentimientos inducidos por los demás. Mantener esta distancia emocional a la vez que la proximidad a la misma, también genera tensión.
En el X Congreso Mundial de Mediación, celebrado en Génova en septiembre de 2014, José F. Campos, Josefa Cardona, Ignacio Bolaños & M. Elena Cuartero, presentaron la ponencia “La Fatiga por Compasión en la Práctica de la Mediación Familiar. Hipótesis para una investigación” los profesores señalan los antecedentes y estudios recientes sobre el tema.
Ese cuidado del profesional, ese equilibrio saludable, en el coaching ejecutivo se facilita con una herramienta esencial, la supervisión, donde otros profesionales nos ayudan, entre otras cosas, a ver aquello que nos ha movido, qué debemos trabajar y ajustar para ser más efectivos en nuestras relaciones de coaching y recuperar el centro. Y cuando esto no es suficiente, no dudamos en acudir a un compañero para trabajarnos en un proceso de coaching.
Siento que en el ámbito de la mediación todavía no se ha tomado demasiada conciencia de la importancia de este cuidado, de esta retroalimentación que las emociones nos facilitan para ir más allá. Tomar conciencia de los sentimientos y emociones que están “hablando” en nosotros para buscar un nuevo equilibrio y crecer cualitativamente por la gestión del nuestro “dolor” emocional.
Parafraseando a Thich Nhat Hahn, el dolor es necesario para la felicidad como el lodo lo es para la flor de loto.
Vivamos realmente la frase de que el conflicto (crisis, cambio o dificultad) es una oportunidad. Aprovechemos esa situación de disconfort que nos alerta de que algo debe ser ajustado, esa llamada de atención que nos permite llegar a un estado más consciente y que nos sacude el cómodo ropaje de la inconsciencia. Si la trabajamos, daremos un salto cualitativo en nuestra capacitación profesional y, desde luego, en nuestro desarrollo personal.
Y aunque nosotros estamos formados y capacitados… cuando nadamos en el mar de la confusión emocional, necesitamos un salvavidas.
Porque no somos nada distintos de nuestros mediados ni de nuestros coachees, no tenemos la solución, nosotros podemos ver y ayudar a que se vean nuestros clientes, a la vez necesitamos ser vistos y que nos ayuden a ver. En el momento que nuestras propias emociones se comienzan a mezclar o a ser demasiado intensas, perdemos nuestra perspectiva. Por eso, si eres mediador te invito a que te acerques al coaching.
Fórmate en coaching en una buena escuela o universidad o, si no te interesa tanto el título, trabaja en un proceso de coaching con un profesional que te inspire confianza, tú sabes mucho de eso, cada uno tenemos un estilo muy distinto, busca el profesional que mejor se adecue a tus necesidades, tu personalidad y valores.
No creo demasiado en escuelas, en métodos, en maneras correctas o incorrectas de llevar a cabo un proceso de mediación o de coaching, creo en la confianza, la honestidad y el trabajo bien hecho. Creo en el desarrollo técnico y personal que cada uno hacemos para desplegar “esa magia” de la que tanto se habla en las formaciones, que brilla cuanta mayor conexión existe entre lo que somos, pensamos y decimos.
Tener una buena formación en coaching o trabajar un proceso de coaching profesional, nos facilita esta mirada vigilante sobre nosotros mismos, conocernos mejor, reequilibrarnos, ajustarnos, para establecer sólidas alianzas relacionales con nuestros clientes, indispensables para nuestro trabajo como mediadores y coaches.
Myriam de la Cámara Romero
Mediadora y Coach ejecutivo CA230

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